Tartas de fondant,cookies, muffins, bombones, trufas... un paraíso dulce bajo el prisma de la encantadora Nuria.
Las tartas fondant son la última moda en pastelería. Una tendencia de Estados Unidos que irrumpe en Colmenar con fuerza.
Una cabeza de zombie, un unicornio, una hamburguesa, un cubo de cervezas Mahou, un R2D2, bolso, unas zapatillas de deporte o un minion adorable. A simple vista tienen poco que ver unos con otros, pero por dentro están hechos de lo mismo: bizcocho, mantequilla, colorante y azúcar. Son tartas perfectamente esculpidas en la forma que cada cliente elija. Enormes y elegantes en ocasiones. Siniestras para Halloween o fantásticas en otras.
Solo hace falta un poco de imaginación para pensar un modelo y esperar unos días, ya que esculpir una tarta de estas características puede llevar un vaios días de trabajo.
Para Sweet Nuria el concepto fondant, esa pasta laminada a base de agua y azúcar empleada como recubrimiento, ya no es desconocido. Ella fue una de las primeras en importar este tipo de pastelería, muy tradicional en el mundo anglosajón, y pionera en Colmenar en abrir un negocio con las tartas como protagonistas.
Dewey McKinley Wilton, el que le dio nombre al método, no inventó este tipo de pasteles, sino que los comercializó. Fue en 1929, año en que abrió la primera escuela de decoración fondant. Inventó todo tipo de boquillas y mangas para hacer más fácil la realización de estas delicias, que ya entonces eran una especie de producto de lujo.
Con el delantal puesto y el obrador preparado, Sweet Nuria parte un bizcocho relleno de crema de chocolate por la mitad. Se dispone a hacer un bolso que le han encargado para un cumpleaños. Mientras recuerda las tartas más extravagantes que ha esculpido —una calabaza, una raqueta de padel, guitarras, perros, coches, una pelota de fútbol...— , cubre el bollo con crema de mantequilla hasta que no queda ni un espacio sin untar.
Elegancia, creatividad y sabor es lo que ofrece. Pequeñas obras de arte, aunque apenas duren un instante.